Primeras Críticas Positivas para "Inherent Vice" (2014), pero ¿Sin opciones reales para Oscar?

 
 
El pasado fin de semana llegó a Nueva York el plato estrella de la 52 edición de la prestigiosa cita neoyorquina, el estreno mundial de la nueva película de Paul Thomas Anderson "Inherent Vice" (2014). A diferencia de lo que pasó días antes con Gone Girl” (2014), el embargo se ha mantenido hasta la esperada proyección en el Lincoln Center. Las críticas son generalmente positivas, pero no hacen pensar que la película vaya a interesar a los académicos... o al gran público.

La nueva colaboración de Paul Thomas Anderson y Joaquin Phoenix lleva al cine la novela homónima de Thomas Pynchon, un relato noir editado en 2009 protagonizado por un peculiar detective de finales de los años 60 que debe investigar la desaparición del último amante de su embaucadora ex esposa.
 
Scott Foundas, Variety: "La adaptación es libre, pero fiel a las páginas de Pynchon. 'Inherente Vice' es una farsa de fumetas estilosa y suntuosamente divertida que tiene menos en común con 'El gran Lebowski' que con la tensión fatalista de los noirs setenteros de California (...) Extraña, deshilvanada y totalmente deliciosa (...) No es una película para todos los gustos (incluyendo los de la Academia). Es una cosa desvergonzadamente extraña, discursiva y totalmente disfrutable que repelerá a muchos de los espectadores de los multicines más rápido que un hippie descalzado en una tienda de Beverly Hills. Eso sí, le espera un futuro estatus de película de culto (...) Los mundos de Anderson y Pynchon confluyen libremente, cambiando de forma en cada conversación gracias a un ejercicio de doble lenguaje y cambio de indentidades tan frecuente como el cambio de vestuario (...) Anderson evita cualquier fantasía o secuencia estilizada inducida por el consumo de fármacos. El mensaje es claro: el mundo a plena luz del día es un viaje mucho más poderoso e intenso que cualquier "tripi". Esas elecciones estéticas hacen eco en el extraordinariamente sutil trabajo de Phoenix. Con el ceño fruncido y miradas al vacío, el personaje se cuentra en busca de una verdad existencial mucho más difícil de alcanzar que cualquier chica desaparecida."
 
Robbie Collin, Telegraph (5/5 estrellas):  "La hilarante adaptación de Paul Thomas Anderson de Thomas Pynchon es un noir como nunca has visto antes (...) tan traviesa como 'Boogie Nights' y 'Punch Drunk Love' (...) La séptima película del director es un thriller cómico, una obra nerviosa que se ahoga en risas ansiosas mientras rinde homenaje a los clásicos del cine de detectives de Los Angeles de los años 70: 'Chinatown' de Roman Polanski, 'La noche se mueve' de Arthur Penn, y sobre todo 'El largo adiós', de Robert Altman (...) El resultado es una historia tan espesa y enmarañada que el espectador no sabe muy bien qué creer de una escena a la siguiente, aunque toda la película parece existir en un brillante y elevado lugar que existe en algún lugar lejano y ajeno. Anderson ha abandonado la compostura melancólica de 'Pozos de ambición' y 'The Master' para apostar por primeros planos y ángulos de cámara, por calurosos y granulados coleres que transmiten el desconcierto de Doc."
 
Xan Brooks, The Guardian (4/5 estrellas): "La película acaba siendo un éxito destartalado, un desvío colorido disfrazado de broma criminal que lleva al cine la novela de Thomas Pynchon. La película llega a Nueva York apuntalada por un gran elenco de estrellas, el aura de ser una de las películas de la temporada y rumores de Oscar. Y sin embargo, a pesar de todas sus virtudes, la película es demasiado salvaje, suela y poco respetable para funcionar con los miembros de la Academia... lo cual probablemente acaba siendo lo mejor para película (...) Si 'The Master' ponía de relieve la búsqueda de sentido en la próspera década de 1950 en Estados Unidos, 'Inherent Vice' nos muestra cómo esos sueños y esperanzas acabaron desvaneciéndose a través de un fracturado retrato de la contracultura de finales de los 60 el sur de California."
 
Eric Kohn, Indiewire: "Inherente Vice" nunca alcanza alturas cómicas realmente vibrantes, pero la película tiene un montón de encanto. Mientras que la ambientación devuelve a Anderson a la era de 'Boogie Nights', intercambia ese cotizado dinamismo de esa película - por no hablar de su épica perspectiva - por las inquietudes de exploración de 'The Master'. A través del intercambio de una atmósfera ominosa por una juguetona búsqueda de la conciencia, la película mantiene la misma predilección por plantear cuestiones a responderla (...) La expresión perpleja de Phoenix encaja con una maravillosamente serpenteante banda sonora maravillosamente de Johnny Greenwood que, junto a varias canciones popo de la época, enriquecen la película con el tenor de las experiencias desordenadas de Doc."
 
Todd McCarthy, The Hollywood Reporter: "El primer cineasta aprobado por Thomas Pynchon para llevar al cine una de sus novelas ha creado un hilo de misterio esforzadamente cómico zig-zag que envía a un detective privado amante de la marihuana y la playa a un confuso viaje lleno de policías corruptos, drogadictos, sectarios, putas, motoristas nazis, afroamericanos con ansias de lucha y libertad, magnates de las inmobiliarias y politicos nixonianos, una mezcla muy propia de Los Angeles de hace cuarenta años. Sin embargo, sólo aprovecha esa mezcolanza en ocasiones y, lo que es más decepcionante, ofrece una recreación física pálida y estrecha de un lugar y un momento muy especiales (...) No sé quién podría haber interpretado su papel, pero el gneeralmente intenso Joaquin Phoenix no posee este tipo de frivolidad o mutabilidad del espíritu. Él lo hace suficientemente bien para que la película descanse sobre sus hombros, pero le falla la libertad que podría haber hecho de Doc un personaje más accesible y divertido (...) Como siempre con Anderson, la banda sonora es de gran interés, en primer lugar por su decisión de no abusar en el uso de canciones típicas de la época. Las interpolaciones de canciones a menudo interesantes y poco convencionales dan paso gradualmente al uso de temas instrumentales del propio Jonny Greenwood, un habitual del cine de Anderson que funciona especialmente en los últimos compases del film."

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