Un año más, autores,
estrellas internacionales, productores, distribuidores, propietarios de yates
ajenos al negocio cinematográfico y
diversos personajes más o menos surrealistas se reúnen en la Costa Azul
para disfrutar del festival de cine de Cannes y su entorno.
Aunque durante la
última semana los acuerdos de
distribución y los anuncios de proyectos destinados a la venta en el Marché du
Film han ido calentando motores, la 68 edición del certamen cinematográfico más
importante del mundo se ha inaugurado este miércoles con la proyección fuera de
competición de “La Tête Haute” (2015).
La película de Emmanuelle
Bercot, segunda mujer que inaugura la cita francesa, ha sido acogida con cierta
frialdad entre la crítica, aunque la recepción ha sido bastante más positiva
que la de “The Great Gatsby” en 2013
y, sobre todo, que la de “Grace de
Mónaco” (2014) el año pasado, un auténtico descalabro.
“La Tête Haute” narra los intentos
del Estado francés por apartar del camino de la delincuencia al adolescente
Malory. Ambientada íntegramente en estancias judiciales, calabozos y centros de
internamiento, la prensa especializada ha comparado este melodrama social con
el cine de los Dardenne y con Mommy, de Xavier Dolan, si bien el consenso
general indica que carece de la brillantez, impacto y originalidad de esas
obras. Gran parte de la crítica ha subrayado la decisión de Bercot de rodar un
filme didáctico más interesado en mostrar una visión positiva del Estado, su
sistema judicial y sus servicios sociales, que en explorar los aspectos más
oscuros de la situación retratada.
Desde el punto de vista
formal, también se le ha echado en cara una apariencia genérica y carente de
personalidad. Sin embargo, las interpretaciones han sido aplaudidas de forma
casi unánime. En especial, se han destacado los trabajos de Catherine Deneuve
como juez y del debutante Rod Paradot como el joven protagonista perdido y sin
rumbo.
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