CANNES 2016: Vítores para Sonia Braga y su "Aquarius"

 
 
La película brasileña "Aquarius" (2016), con Sonia Braga en el papel de una mujer que se niega a dejar de vivir a su manera, entró este martes acompañada de una protesta política en la carrera por la Palma de Oro en Cannes.

El filme de Kleber Mendonça Filho recibió una prolongada ovación en la gala del estreno, en presencia de 35 miembros del equipo que aprovecharon la mediatización mundial para protestar con carteles contra el "golpe de Estado" en Brasil y el cierre del ministerio de Cultura por el gobierno de Michel Temer.
A los 65 años muy bien llevados y casi sin maquillaje, Braga subió sonriente y haciendo guiños a las cámaras la escalinata del Palacio de Festivales, luciendo un traje bordó de amplio escote cuadrado y pendientes de cristal.
En la película encarna a Clara, una crítica musical jubilada que vive en el "Aquarius", un edifico de los años 1940 de la costanera de Recife, rodeada de sus discos, libros y recuerdos.
 
 
Las cosas se complican cuando el inmueble es adquirido por una empresa que proyecta demolerlo para construir un complejo residencial moderno.
Clara rechaza la transacción que le propone el promotor inmobiliario y a pesar de relaciones difíciles con sus hijos adultos y de un cáncer de mama que le hizo perder un seno, esta mujer valiente está decidida a no dar el brazo a torcer.
En una entrevista con AFP en un hotel de Cannes, Sonia Braga dijo que su personalidad y la de Clara "se fundieron en una sola".
"Es una mujer de mi edad que tiene tres hijos --yo nunca tuve hijos, ésa sería la diferencia-- y la situación en la que se encuentra, la presión, la lucha, el 'no hagas ésto', yo lo viví, en Brasil y el resto de mi vida", dijo la actriz que se hizo famosa con "Doña Flor y sus dos maridos" (1976).
El filme de Mendonça Filho arranca con una serie de fotografías en blanco y negro sobre el Recife de la época en que se construyó el edificio, un recurso al que también apeló el realizador en su primer largometraje "Sonidos vecinos" (2012), premiada en varios festivales y considerada por el New York Times como una de las diez mejores de ese año.
 
 
 
"Me fascinan los documentos y los archivos", dijo Mendonça Filho. "Esas fotografías de fines de los años 1960 y principios de los 70, tomadas en el barrio donde rodamos la película, son para mí documentos históricos".
Ambos largometrajes muestran los cambios avasallantes que impone el capitalismo salvaje al paisaje urbano brasileño y sus habitantes.
"La película habla sobre vivir de la manera en que uno realmente quiere y no terminar siguiendo los designios de otra gente con intereses comerciales", dijo Mendonça Filho.
En ese antagonismo, tanto "Sonidos Vecinos" como "Aquarius" pertenecen de alguna manera al género del "siege movie" o películas de asedio, en que los protagonistas resisten a una amenaza externa.
Aunque realista, abre la puerta a elementos tomados del cine de horror. Un horror que según el director de 47 años "proviene del sistema social" implacable contra el que Clara se rebela.
Los dos filmes reservan al elemento sonoro un lugar especial: los ruidos urbanos en "Sonidos vecinos" o los oldies en vinilo que colecciona la protagonista de "Aquarius" y que le dan la facultad de recrearse un mundo propio o incluso refugiarse en el pasado.
"Siempre soñé con ser parte de una película en la que todo el equipo es parte de ella, y hacer el filme todos juntos", comentó Sonia Braga sobre el rodaje en Recife.
Según Gustavo Jahn, actor brasileño radicado en Berlín que trabajó en "Sonidos Vecinos", Kleber Mendonça "es un realizador con muy buenos oídos". "Sigue su intuición y escucha a su equipo, lo cual da un muy buen equilibrio al trabajo en su conjunto".

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