CANNES 2014: Jean Luc Godard enamora a la crítica más ortodoxa con "Goodbye to Lenguage" (2014)

 
Ayer, un periodista en Cannes comentaba que era muy fácil meterse con Ryan Gosling y que quería ver a los críticos clásicos del festival hacerlo con Jean-Luc Godard. La comparación, evidentemente, era muy desigual pero razón no le falta.
 
El maestro francés, último componente de la Nouvelle vague, nunca ha ganado en Cannes, es más, siempre ha causado división tanto en el público, como en la crítica y el jurado. Pero hay algo que no falla, la vieja guardia lo venera, haga lo que haga. Es posible que pudieran valorarlo sin llegar a pisar suelo galo. Desde el sofá, desde su mesilla de pino centenario y con un ChâteauLafite Rothschild esperando al siguiente sorbo. La afición es así, también el corporativismo. Lo antiguo es siempre mejor que lo nuevo. Resulta paradójico, porque otro clásico, Alain Resnais, que falleció este año tras su paso por Berlín, nunca gozó de esa camaradería por parte del gremio periodístico. Cuestión de simpatía, supongo. El franco-suizo está a salvo al menos de los dinosaurios del festival. Los cócteles los necesitan y el festival sabe muy bien como recompensarlos.

Después de esta vana introducción, hay que añadir que la nueva obra de Godard," Adiós al lenguaje" (Adieu au langage), en efecto, ha recibido opiniones mixtas. Por un lado, las que la califican como obra maestra –los citados anteriormente— con una energía y fuerza inigualable, y, por otro, están los que opinan que es otro filme que no aporta nada nueva en esta última etapa de su filmografía, más experimental y oscura. Adiós al lenguaje, a través del caminar de un perro, dibuja la anatomía de las relaciones humanas en clave metafórica y con el formato tridimensional como gran atractivo. Nada nuevo bajo el sol. O sí, es la representación del nuevo cine, donde, como reza el título, el texto ya no tiene forma verbal. Pese a esta fase algo negro-goyesca, tener entre nosotros a Godard es un placer, no se confundan. 


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