David Fincher se
merece un Oscar. Su relevancia e impacto artísticos durante los últimos 20 años
son evidentes, y su capacidad para crear atmósferas perturbadoras y angustiosas
ha influenciado a multitud de directores en Hollywood: no existe un thriller
entre 1995 y 2005 que no copie a 'Seven' a nivel visual o narrativo.
De un tiempo a esta
parte tengo la impresión de que dentro de 50 años habrá cuatro nombres clave
para analizar el cine del cambio de siglo: Fincher, Aronofsky, Nolan y PT
Anderson. Es difícil agrupar a estos cuatro artistas bajo un mismo paraguas
generacional. Sus visiones artísticas son casi opuestas, pero sí tienen en
común una atracción por retratar el lado más retorcido e incómodo de la mente
humana. Ese oscuro retrato psicológico no interesaba en el Hollywood de los 80
y 90 (más allá de los Coen), y de hecho recuerda más al cine de los 70, aunque
aquel pretendía utilizar la sordidez humana como metáfora de la decadencia de
la nación estadounidense.
Volviendo a los
cuatro directores de la década, todos tienen algo más en común: van a hacer
siempre exactamente la película que quieran hacer. Así que si la Academia les
da un Oscar, será porque los votantes quieren, no porque el director lo haya
buscado. Otros directores-estrella de la industria como Spielberg, Zemeckis y
Howard no vieron recompensada su carrera hasta que no "pasaron por el
aro" de Hollywood haciendo una película que sí encajaba en los Oscars.
Da la impresión (y
puede que me equivoque) que David Fincher no hace películas para nadie más que
para sí mismo. Es obvio que las generaciones de directores anteriores a Fincher
ansiaban ganar un Oscar (Scorsese lo intentó TODO y no paró hasta conseguirlo),
pero sin embargo a los directores actuales les da absolutamente igual. Y ya
sabemos que la Academia no te va a dar un Oscar a menos que demuestres cuánto
lo deseas.
Jugando a la siempre
entretenida aunque estéril especulación, yo pienso que el nulo interés de la
Academia por Fincher radica en dos factores: ningún thriller va a ganar un
Oscar (del mismo modo que una comedia tampoco lo hará) y las películas de
Fincher llegan al mundo demasiado pronto. ¿Hablaríamos hoy en día de 'Seven',
'El club de la lucha' o 'Zodiac' como firmes candidatas a Mejor Película?
Probablemente. Pero igualmente no ganarían.
No podemos seguir
aferrándonos al transgresor viraje de la academia en 2006-2009. Por cada
'Infiltrados', 'No es país para viejos' y 'En tierra hostil', hay diez 'Crash',
'El discurso del rey' y 'The artist'. La Academia no quiere películas incómodas
ni directamente desagradables, y Fincher tiene un talento incomparable para
contar historias taciturnas y depresivas (que no deprimentes).
Ese es el motivo por
el que 'La red social' mantiene el humillante honor de ser la película más
premiada de la historia sin haber ganado el Oscar (aunque si 'Brokeback mountain' no ostenta ese record es porque en 2010 se
dieron más premios que en 2005). No importa que la película sobre la creación
de Facebook sea una brillante disección de la mentalidad y ambiciones de la
sociedad estadounidense de principios de siglo. Tampoco importa que sus
diálogos sean audaces e inteligentes. Es una película fría, demasiado
intelectual y ciertamente condescendiente. 'La red social' no pretende conectar
ni simpatizar con el público, sino impresionarle y hacerle sentir vergüenza
ante su propio contexto.
Dicho esto, ¿qué
falló en 2008 para que 'El curioso caso de Benjamin Button' no ganase el Oscar?
Es una historia ambiciosa, emotiva y apta para todos los públicos. Pero aparte
de la apabullante excelencia visual y artística de la película, seguía
resultando fría. Hay algo en esa película que te recuerda constantemente que el
director no te la está contando desde sus entrañas. En pocas palabras, Fincher
se traicionó a sí mismo y se convirtió en otro director. Y la Academia
recompensaba a los impostores en los 90, pero no en los 2000. Al fin y al cabo,
'Forrest Gump' ya hizo todo esto antes y mejor (y sin elementos fantásticos), y
en contra de lo que puede parecer, la Academia de Hollywood no le da el Oscar
dos veces a la misma película.
No olvidemos que la
mayoría de los votantes que le negaron el Oscar a 'Taxi Driver', 'Pulp Fiction'
y 'Fargo' siguen vivos, y no han cambiado su percepción del cine. La masiva
relevancia mundial de los Oscars no debe cegarnos, ya que sus ganadoras nunca
representarán el cine de Hollywood en su totalidad. Los Oscars representan un
cine de Hollywood en concreto: ese que ignora la comedia, la fantasía, el
thriller, el terror, la acción y los blockbusters.
Una película puede
tener pinceladas de "géneros menores", pero las ganadoras siempre
tendrán que ser dramas adultos principalmente. Un drama inteligentemente
escrito, pero accesible; que represente unos valores humanos, pero que no
critique la sociedad occidental; que sea reflexivo, pero esencialmente emotivo;
y sobre todo que no sea excesivamente intelectual.
Con estos
ingredientes, 'Perdida' (Gone girl) no puede estar más lejos de los Oscars, y
las únicas razones por las que la estamos contemplando es porque hay diez
nominadas y se ha estrenado en octubre. Curiosamente, esta misma frase
podríamos utilizarla para descartar la victoria de 'Boyhood'.
En cierto modo,
muchas películas ganan el Oscar antes de estrenarse, por su género, director,
argumento e intenciones. Basándonos en esta idea, da igual lo buena que sea
'Perdida', o la precisión y certeza con la que radiografíe la vida marital y la
voracidad de los medios de comunicación. 'Perdida' es para muchos la simple
historia de un marido que busca a su mujer, y que en manos de otro director (y
hace diez años) habría sido un vulgar vehículo para Ashley Judd y Ryan
Reynolds.
La trayectoria de
'Perdida' se limitará a los Satellite, los Saturn, alguna asociación de
críticos (que en general se decantarán por 'Foxcatcher' y 'Boyhood'), y ni
siquiera la veo llegando a los Globos de Oro. Será una habitual eso sí en los
gremios artísticos, en los que su mayor triunfo sería conseguir la cuarta
nominación para el propio Fincher en los DGA (ya estuvo nominado en 2011 por
'The girl with the dragon tatoo', siendo reemplazado en los Oscars por Terrence
Malick).
Pero no importa,
porque el impacto cultural de Perdida es inevitable, y se traducirá en un éxito
de taquilla y probablemente en una gran trascendencia durante las próximas
décadas. Ni Fincher quiere ganar un Oscar, ni la Academia quiere dárselo. No es
más que un "yo no te caigo bien y tú a mí tampoco, así que crúzate de
acera".
Salvando las
distancias temporales y narrativas, si Spielberg es el David Lean de nuestra
generación, Fincher es Stanley Kubrick. Y no lo digo solo porque no le caiga
bien a nadie y repita sus tomas 90 veces. Lo digo porque no serán los Oscars
los que les ayuden a pasar a la historia, sino sus historias truculuentas y
desesperanzadas y un estilo visual que no tiene miedo a meter la cámara, literalmente,
por donde nadie quiere que la meta.
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