Casi medio siglo después de
que concursara con "Alfie", Michael Caine ha vuelto al festival de Cannes, y con
muchas ganas de obtener un premio. “Le dieron un galardón a la película y no a
mí, así que no volví”, contaba entre risas esta mañana Michael Caine en la
rueda de prensa de Youth, en la que también estaban Rachel Weisz, Jane Fonda,
Paul Dano, Harvey Keitel y, por supuesto, su director, Paolo Sorrentino.
“Youth”
(2015) era una de las cintas más esperadas en el Festival de
Cannes, pues mostraría si Paolo Sorrentino sería capaz de seguir el éxito de “La gran belleza” (La grande bellezza,
2013) con otra obra maestra o si se hundiría con una película menor. Pues
resulta que La Croisette está dividida entre quienes la defienden como un filme
interesante, aunque menor que el anterior, y quienes la ven como un fracaso
absoluto. Curiosamente, los críticos anglosajones parecen haberla disfrutado
más. Los dejamos con algunas opiniones.
Jay
Weissberg, Variety: Estructuralmente, Sorrentino continúa
armando sus películas como un compositor (lo cual hace al personaje de
[Michael] Caine especialmente apropiado): Están los grandes temas, inluyendo la
edad, la memoria, el amor y la sed por una satisfacción mayor, y los
intermedios menores, desde el ser espectador hasta el placer visual de los
contrastes y el sentido casi místico de maravilla ante la belleza en todas sus
formas.
Peter
Bradshaw, The Guardian: Hay unos toques brillantes aquí que
sólo podían haber venido de Sorrentino: movimientos de cámara supremos, caras y
perspectivas angulares grotescas, y siempre es algo digno de mirarse. Pero está
asediada por la deibilidad ocasional del fanático Sorrentino, que incluye sus
cameos de estrellas pop —Paloma Faith aparece interpretándose a sí misma sin
ganarse su sueldo. Youth tiene una elocuencia y elegancia pálidas, aunque
cargadas con sentimentalismo y un lamento macho-geriátrico por el tiempo perdido
extrañamente inmerecido e insustancial.
Philipp
Engel, Fotogramas.es: Aunque Sorrentino vuelve a apelar a Fellini,
ahora mucho más tímidamente ‘Ocho y medio’ (sólo en una escena, bastante
ridícula, con la aparición de las musas del personaje de Keitel) en vez de actualizar
‘La dolce vita’, el supuesto virtuosismo de sus planos y de su montaje, aquí
mucho menos frenético , se queda en una nada convincente estética de folleto de
balneario. La arrolladora lírica que nos cautivó hace dos años se ha perdido
por el camino.
Eric
Kohn, Indiwire: Aunque nunca pierde su eje como una
reflexión rota sobre el proceso de envejecimiento, Youth blande un abanico
errático de técnicas, algunas veces en detrimento del atractivo emocional del
material. Sin embargo, permanece férreamente cinematográfica de momento a
momento. Ayudada por su siempre confiable cinematógrafo Luca Bigazzi, Youth se
despliega con colores brillantes de altos contrastes en cada cuadro para
explayarse sobre un mundo expresionista, lleno de espíritu.
Luis
Martínez, El Mundo: Paolo Sorrentino compone así una película de
momentos. Lejos de la arquitectura perfecta, en su insultante barroquismo, de
‘La gran belleza’, el director se conforma con hacer que el espectador navegue
por una pantalla que aspira a la textura de la carne. Fellini vive en la retina
del director italiano transmutado en un icono pagano, en un santo sacrílego. Y
Sorrentino se entrega a él con una fe que da en fanatismo.
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