CANNES: Paolo Sorrentino Divide a la Croisette con "Youth" (2015)

 
 
Casi medio siglo después de que concursara con "Alfie", Michael Caine ha vuelto al festival de Cannes, y con muchas ganas de obtener un premio. “Le dieron un galardón a la película y no a mí, así que no volví”, contaba entre risas esta mañana Michael Caine en la rueda de prensa de Youth, en la que también estaban Rachel Weisz, Jane Fonda, Paul Dano, Harvey Keitel y, por supuesto, su director, Paolo Sorrentino.

 En Youth, Caine –que ya ha cumplido 82 años- es un director de orquesta y compositor retirado que pasa sus vacaciones en un hotel de lujo en Suiza [que en realidad es el alojamiento donde Thomas Mann escribió La montaña mágica] junto a su mejor amigo, un cineasta encarnado por Keitel. Weisz interpreta a la hija del músico; Dano a un actor que prepara su próximo y arriesgado papel, y Fonda hace una pequeña aparición como musa del cineasta.
 “La única alternativa a interpretar a ancianos es encarnar a muertos y prefiero elegir a los ancianos”, ha asegurado Caine, entre risas. “Hace años supe que había entrado en una nueva fase de mi carrera cuando tras leer un guion le dije al productor que mi parte era muy pequeña. Y él me respondió que no leyera la del amante sino la del padre. Bueno ha ido bien, porque después hasta he ganado el Oscar”. Sobre el envejecimiento contó: “Este es el único cuerpo que tengo, no quería hacer la parte de Miss Universo. El cuerpo envejece y eso te va a pasar también a ti, no te hagas la listilla”, mientras sonreía a la periodista que le había preguntado. “Es curioso: para las nuevas generaciones soy el mayordomo de Batman. Me paran niños de 12 años por la calle solo por eso y ni siquiera saben quién soy. Me encanta Youth. La hubiera hecho gratis, pero no se lo dije a los productores”.
 
 
“Youth” (2015) era una de las cintas más esperadas en el Festival de Cannes, pues mostraría si Paolo Sorrentino sería capaz de seguir el éxito de “La gran belleza” (La grande bellezza, 2013) con otra obra maestra o si se hundiría con una película menor. Pues resulta que La Croisette está dividida entre quienes la defienden como un filme interesante, aunque menor que el anterior, y quienes la ven como un fracaso absoluto. Curiosamente, los críticos anglosajones parecen haberla disfrutado más. Los dejamos con algunas opiniones.
Jay Weissberg, Variety: Estructuralmente, Sorrentino continúa armando sus películas como un compositor (lo cual hace al personaje de [Michael] Caine especialmente apropiado): Están los grandes temas, inluyendo la edad, la memoria, el amor y la sed por una satisfacción mayor, y los intermedios menores, desde el ser espectador hasta el placer visual de los contrastes y el sentido casi místico de maravilla ante la belleza en todas sus formas.
Peter Bradshaw, The Guardian: Hay unos toques brillantes aquí que sólo podían haber venido de Sorrentino: movimientos de cámara supremos, caras y perspectivas angulares grotescas, y siempre es algo digno de mirarse. Pero está asediada por la deibilidad ocasional del fanático Sorrentino, que incluye sus cameos de estrellas pop —Paloma Faith aparece interpretándose a sí misma sin ganarse su sueldo. Youth tiene una elocuencia y elegancia pálidas, aunque cargadas con sentimentalismo y un lamento macho-geriátrico por el tiempo perdido extrañamente inmerecido e insustancial.
Philipp Engel, Fotogramas.es: Aunque Sorrentino vuelve a apelar a Fellini, ahora mucho más tímidamente ‘Ocho y medio’ (sólo en una escena, bastante ridícula, con la aparición de las musas del personaje de Keitel) en vez de actualizar ‘La dolce vita’, el supuesto virtuosismo de sus planos y de su montaje, aquí mucho menos frenético , se queda en una nada convincente estética de folleto de balneario. La arrolladora lírica que nos cautivó hace dos años se ha perdido por el camino.
 
Eric Kohn, Indiwire: Aunque nunca pierde su eje como una reflexión rota sobre el proceso de envejecimiento, Youth blande un abanico errático de técnicas, algunas veces en detrimento del atractivo emocional del material. Sin embargo, permanece férreamente cinematográfica de momento a momento. Ayudada por su siempre confiable cinematógrafo Luca Bigazzi, Youth se despliega con colores brillantes de altos contrastes en cada cuadro para explayarse sobre un mundo expresionista, lleno de espíritu.
Luis Martínez, El Mundo: Paolo Sorrentino compone así una película de momentos. Lejos de la arquitectura perfecta, en su insultante barroquismo, de ‘La gran belleza’, el director se conforma con hacer que el espectador navegue por una pantalla que aspira a la textura de la carne. Fellini vive en la retina del director italiano transmutado en un icono pagano, en un santo sacrílego. Y Sorrentino se entrega a él con una fe que da en fanatismo.
 

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